lunes, 19 de julio de 2010

Testimonio


INTRODUCCION

En la oscuridad del silencio solo la voz del desconsuelo llenaba cuanto se veía, porque quizá no era más que vacio lo que se pensaba como de gran valor. Y es que se tomaba forma, pensando que lo efímero era lo mejor – y tal vez – por los aires que surcaban los bosques en aquellos instantes, lo superfluo era la panacea de mi mundo.
Entre espejismos y desiertos soñaba con llegar fácilmente donde muchos ganaban, pensando que con ello tendría el mundo a mis pies. Pero no me daba cuenta que ese mal llamado: “éxito”, solo era una escalera al principio de la soledad “perpetua”.
Dar la espalda a Dios y abrir los brazos al mundo, eran para mí la hazaña mas grande, pero no me daba cuenta que más tarde al dar la vuelta, solo tendría nada más que nada, porque aunque lo tenía todo, era pobre porque no tenía mi todo: es decir, mi eterno presente, mi Jesús del alma.
Él, permitió todo esto para darme cuenta que no hay amor más grande que el suyo.
NADAR CONTRA LA CORRIENTE

Se cree que se nace para morir, pero aprendí que hay dos objetivos fundamentales del ser humano: nacemos para servir y para hacer la voluntad del Padre Celestial, y la voluntad de mi Señor no es otra que: amar.

1. Noche oscura:

En una noche oscura desierta de luna y ausencia de estrellas, deje mi terruño para aferrarme al mundo en busca de un sueño. Partí con lamento en el alma dejando tristezas en casa, pero de nada vale el llanto porque debía partir a tierras lejanas, que fueron benditas y jamás vanas.
Dios había sembrado en mi corazón un amor infinito hacia su Hijo y llevado por este sentimiento, me negaba así mismo para seguirlo y servir. Pero ignorando que ese llamado era una entrega total, me en rute en una aventura que traería dolor y cambio para mi vida.
Por la ventana de un viejo auto vi como se iba perdiendo en la lejanía aquella madre que me quería y que con perlas en sus pupilas me decía: ven no te vayas, quédate junto a mi lecho y recuerda cuanto por ti yo he hecho. Pero no se podía hacer ya nada, una vez en rumbo no mire atrás, seguí adelante pensando que de dolor llegaría a morir.
Con el cansancio que producía el dolor, empecé a llorar por la nostalgia del adiós y quedando dormido empecé a soñar. Este sueño, era como si me hubiese hecho niño y a través de él veía los días del ayer:
Mis primeros pasos con Jesús son hermosos, me toma de la mano y me lleva al templo para que me ocupe de una labor sencilla y grande; Ser ese pequeño que sirve de testigo en la inmolación de su sacrificio, cuando su sucesor en la tierra con tan solo dos palabras consagra de nuevo su cuerpo y su sangre. Me esmero con ansia infinita por hacer mi entrega con tal recelo, que ningún detalle se escape y todo se haga perfecto, me gozo todos los días junto a mi párroco con esa gracia de ser acolito y poder estar junto a Él y darme cuenta que mi Señor está vivo y presente.
Después Jesús me llevaba donde un grupo de religiosas pertenecientes a una comunidad, donde con gran desvelo me enseñan acerca de su evangelio y a través de ellas el Señor siembra la semilla de amor apasionado que me lleva a querer vivir junto a Él, comparto con jóvenes de mi edad y ahí el Señor me hace descubrir una realidad: “quien quiera ser el primero, que se haga el ultimo”.
Veo en la mañana como el sol me baña con su resplandor y por medio de Jesús, Dios me llama y me dice; "Te necesito, ven y sígueme", Mi Madre celestial siempre ha estado presente en mí caminar pues con su manto me ha cubierto y me hace descansar.
Conozco a un grupo de sacerdotes de esta comunidad que me contagian de su amor por la misión y es así como decido hacer lo mismo.
Cuando desperté ya llevaba varias horas de viaje, me quede mirando el paisaje y me maravillaba viendo el verde de los campos, aunque por instantes recordaba mi casa.
Pasaron otras horas mas y llegando a ese sitio mi alma quería llorar pues se hallaban mis pasos con ambivalencia, algo en mi sentía felicidad por mi camino pero por otro lado sentía ganas de echarme atrás, cuando llegue me recibió uno de los seminaristas que ya llevaba un largo tiempo en este hermoso seminario y ahí pasaría tres años de mi vida donde tendría una riqueza enorme.

2. Primeros pasos con Jesús:

Una vez instalado en el seminario iniciamos las clases de formación y cuando llevaba más o menos quince días me vino una tentación fuerte de quererme retirar.
Hable con mi director espiritual y le manifesté mi deseo de irme, a lo cual me respondió: vamos yo le ayudo a empacar…
… Me quede con la boca abierta, después me dijo; Si otros han podido, porque tu no, esas sencilas palabras fueron el antídoto a ese mal de nostalgia, porque en adelante nunca más pensé en dejar mi camino, fueron años donde aprendí, que para amar a Jesús solo basta con el abandono total y otros secretos más.
Luego de los años me retire porque me deje llevar por el mundo y no quería saber más de Jesús, no quería entender que los sacerdotes son seres humanos y como tal tienen derecho a equivocarse.

3. Mis años en el mundo.

Fueron quizá los años en los cuales recordaba que había sido seminarista y me decía con gran sonrisa; Recapacite a tiempo, que frase llena de ironía, que orgullo con el que vivía y no saber que Él había dejado todo en la cruz por mí.
Regrese a mi casa y mis padres con la tristeza en el rostro veían como yo parecía como una hoja seca que el viento pasea de un lugar para otro, como esa hoja que no encuentra un sitio fijo para ocupar un lugar.
Al salir del seminario, no sabía qué hacer porque pensaba que mi sueño había muerto, para esos días no quería saber nada de sacerdotes ni religiosas.
Mi padre quedo sin trabajo y nos vimos en la obligación de trasladarnos a la ciudad, la violencia estaba más marcada que antes, absolutamente todos los días, mataban gente y los grupos armados llegaban a los pueblos a terminar con lo poco que había para defender su causa.
Momentos duros se vivían, a pesar de ello, entre a la universidad a estudiar psicología, no por convicción si no más que todo por la necesidad de ayudar en aliviar el dolor de los que estaban en esos momentos conmigo, el sueño de los estudios se frustro, para ese entonces después de estar en quinto semestre me había dado cuenta que mi pasión por cantar, podía canalizar mi vocación al servicio y ayudar, en ese momento realmente me sentía útil.
Deje de cantarle al Señor para hacerlo ahora para el mundo, ganaba algo de dinero y sentía cierto confort por lo que hacía, qué tristeza, a veces los seres humanos nos conformamos con tan poco.
En esos años de música, rumba y placeres, conocí el “amor”, empecé mi vida sexual sin responsabilidad, creyendo que el sexo era lo máximo que había llegado a mi vida, Pero aquí empezaría a “nadar contra la corriente”.
En la música empecé cantando música rock, de ahí pase al pop, de ahí a la música andina, luego a cantar boleros y para colmo termine cantando rancheras, llevando a muchos a embriagarse con el objetivo de ahogar sus penas en el licor, pero estas eran astutas, porque las condenadas sabían nadar, porque el único que puede sanar el corazón es Jesús por medio de la oración.
En uno de esos conciertos viaje a mi pueblo a dar uno, para esa época yo era la sensación, tenía amigos o que digo amigos, había mucha gente que me seguía pero solo era por pasar un rato con el artista que les patrocinaba la borrachera, pues un amigo de verdad es aquel que te hace llorar con la verdad y no aquel que te hace reír con mentiras, ahí conocí a una niña que desde que la vi me robo el corazón y a la cual le abrí las puertas de mi alma , me enamore,Pasaron los días y entre a trabajar a una empresa muy reconocida con un puesto importante, después de ello con mi novia tomamos la decisión de irnos a vivir juntos.
Los primeros meses fueron de “luna de miel y alegría”, después todo fue difícil, aunque hubo momentos de dicha, a los seis meses de vivir juntos, ella quedo en embarazo y aunque estábamos asustados, tomamos la noticia con alegría y empezamos a preparar todo.
En aquellos días yo estaba preparando mi primera producción de música ranchera, creyendo que con este proyecto iba a ser millonario, famoso y nada me podría faltar, luego nació el bebe y todo se tornaba oscuro porque mi salud iba decayendo, pero los médicos no hallaban nada raro en mi, por la incertidumbre fui donde gente que trabajaba con ocultismo por el afán de conocer la causa de mi mal, pero no lograron saber nada. Por el deterioro de mi salud perdí ese empleo y dure más o menos seis meses sin trabajo, me aferraba a Jesús a mi manera, pero nada resultaba, mi confianza estaba puesta en el mundo y no en Él.
En una ocasión llego al apartamento una amiga de mi compañera a decirme que si quería trabajar, que en la empresa donde ella laboraba había una vacante, hice todos los trámites y ahí me ubique laboralmente.

4. Años definitivos.
En esta empresa no pagan bien, pero lo bueno es que generaba estabilidad y en los pagos eran muy cumplidos, mis horarios eran complicados porque trabaja de una de la tarde hasta las once de la noche, mi pareja trabajaba de siete de la maña a doce del día y luego de dos a seis de la tarde, cuando me levantaba, ella ya salía a trabajara, cuando llegaba, yo salía, y en la noche cuando llegaba, ella y el niño ya estaban durmiendo.
Esta situación hizo que en mi naciera la iniciativa de querer terminar mi carrera para poder brindarles a ellos un futuro mejor, sentía que los estaba perdiendo, pero la única solución era estudiar, hable con los directivos de la empresa para que me asignaran otros horarios, pero me dijeron que no porque ellos solo querían era gente que trabajara y no estudiara, sentí la frustración más grande, otra alternativa era cambiar de empleo.
A pesar de mi tibieza en la oración, pedí al señor la posibilidad de que me regalara la dicha de cambiar de empleo, en esos días hable con mi confesor y le comente de mi deseo de querer terminar mi carrera, a lo cual me respondió; habla con el sacerdote que es el rector de la universidad, que te puede ayudar, En el horario indicado hable con este sacerdote y me dijo que la única posibilidad de estudiar en esta universidad católica era ser empleado de la misma.
Pidió una hoja de vida mía, luego me hizo una propuesta laboral, la cual la analizamos con mi compañera y tomamos la decisión de cambiar de empleo, pensé que ahora las cosas iban a ser diferentes, aunque mi relación con ella venia un poco regular por la distancia creada por la falta de tiempo, a veces estas cosas y los errores hacen que todo termine sin que uno se dé cuenta, ahora tenía que trabajar de siete de la mañana a cuatro de la tarde, magnifico - pensé - tengo desde esa hora para compartir con ellos y ya como empleado de la universidad podre aspirar a terminar mi carrera, pero las cosas a veces no son como uno las planea porque Dios tiene sus planes perfectos.
Una mañana al llegar a mi trabajo me abordo este sacerdote que era mi jefe y me comento que el sacerdote que era mi confesor lo trasladaban porque había tenido una "aventura" con una niña, casi me da algo porque yo había puesto toda mi confianza en él, que por esta razón a mi jefe le habían asignado esa capellanía de la ciudad y necesitaba de alguien de confianza para encargarse de la sacristía y de los demás oficios, encantado dije que sí, porque eso generaban ingresos extras que me servían mucho, que más le pedía a la vida, tenía tiempo para mi esposa, mi hijo y dos trabajos, Aprendí que no todo está en estas alegrías porque mi corazón se hallaba lejos del señor.
Una noche al llegar a casa, mi compañera me sentó en el cuarto y me dijo que ya no sentía nada por mí, que la ilusión había llegado a su fin, pues ella ya estaba enamorada de otra persona y que me pedía el favor que buscara donde vivir.
Esa noche no sabía qué hacer, quería morir, sentía que jamás volvería a ver a mi hijo, veía su rostro y sabía que nunca más podría verlo en las noches cuando yo lo cambiaba para dormir, sería otra persona la que estaría ahí en la noche cuando no podía dormir, se me acababa el mundo porque aprendí a ser papá y experimente el amor que el Señor tiene por cada uno de nosotros cuando nos alejamos de Él.
Ese dolor en el alma de aquella noche, es quizá el mismo que Él siente cuando tú y yo lo crucificamos a diario con nuestras culpas.
Con la soledad encima, con el anti testimonio de mi confesor, trate de buscar refugio en mi Señor, pensé que con mi jefe, que era sacerdote, estaría seguro y saldría de la crisis; pero en la mañana al llegar al trabajo trate de disimular que nada pasaba, pero la tristeza era tan grande que se notaba, le conté a él lo sucedido y me ofreció su casa,(el vivía con otro sacerdote) me manifestó que habían habitaciones disponibles para que pasara unos días mientras yo encontraba un sitio donde vivir, pensé en aquel instante que estaría en el mejor sitio, porque volvería a vivir aquel ambiente de oración que compartí cuando fui seminarista, Pero: ¡oh¡ sorpresas, de los dos sacerdotes ninguno oraba, todo eran risas por temas diferentes y otras cosas que la verdad no vale la pena mencionar.
Al ver la frialdad de la fe de estos sacerdotes, empecé a buscar refugio en otro lugar, fue en ese tiempo donde una ex compañera de trabajo me invito a una iglesia cristiana y por curiosidad fui, me gusto el trato, la atención y la calidez con que me acogieron, dure alrededor de un año en esta iglesia, a pesar de ello sentía que me hacía falta todo.
A los meses siguientes, se presentaron muchos inconvenientes donde laboraba, pensaba que por su condición de ser sacerdotes su vida debería ser perfecta porque mi fe estaba puesta en el hombre y no en Dios, este sacerdote me despidió del trabajo, lógicamente, por darse cuenta que yo asistía a una iglesia cristiana y no se daba cuenta que él había colocado su granito de arena para mi deserción de la iglesia católica.
Por orgullo no fui inicialmente a la casa de mi familia porque no quería escuchar reproches, pero el Señor todo lo permite para que aprendamos.
Una vez sin trabajo regrese a la casa de mis padres y es ahí cuando uno se da cuenta que Dios me había regalado una familia Maravillosa, porque sin decirme nada me recibieron con mucho amor.
En este tiempo su hijo se había vuelto cristiano evangélico, a pesar de ello siempre guardaron silencio y prudencia, porque nunca dijeron nada, veían con dolor como todos los días durante un año salía con mi Biblia bajo el brazo y un pequeño libro de himnos con rumbo a esta iglesia.
En este lugar aprendí muchas cosas, entre ellas; Entender que el Señor necesita un corazón abierto con sinceridad para hacer su obra, pues Él me permitió que asistiera con la finalidad de aprender a respetar,tolerar y entender, porque antes antes de esto me burlaba de ellos.

5. Conversión.

Una noche al regresar del culto, llegue a la casa de mis padres y le manifesté a mi papá el deseo de volver a la iglesia católica, hacía un mes había empezado a sentir esa necesidad, mi padre me pidió que me fuera a descansar, (él asiste a un grupo de oración que es dirigido por un sacerdote salesiano en la ciudad, donde la gente se reúne piadosamente para orar al señor).
Esa noche no podía dormir, entonces le pedí prestado una grabadora a mi hermana para escuchar música, solo tenía unos CD’s viejos de música católica, empecé a escuchar uno de ellos y ahí empezaron a cantar una canción titulada: “Dios a la una”.
Esta canción me hablaba de una cita con Dios para cenar juntos, en ese momento, Él Señor me quebranto y comencé a llorar, en un instante quise rezar el Ave María, pero sentía miedo, pasado un rato lo pude orar, no podía ver a mi Madre Santísima, pero sentía su presencia en mi cuarto, ahora lloraba pero de remordimiento por haberla negado y por alejarme de Ella.
A la mañana siguiente, cuando me levante mi padre me dice: “tienes una cita con el sacerdote salesiano, que dirige el grupo de oración al cual asisto”. La cita era en una hora, como pude me aliste y salimos.
Al llegar me di cuenta que en la viña del Señor hay de todo, porque este sacerdote era diferente a los que anteriormente había conocido, hable con él y me confesé, al terminar la confesión me suelta una "bomba": ayer hace un mes que tu padre había puesto la intención en el grupo de oración, de que volvieras a la iglesia católica.
Recordé aquel silencio de mis padres cuando me veían salir para aquella iglesia cristiana, recordé aquel pasaje Bíblico, del dolor que sintió aquel padre cuando su hijo le pidió su parte de la herencia y se marcho, recordé el amor de Jesús al dar su vida en la cruz por nosotros.
Llore por un largo rato, después me dieron un abrazo de bienvenida a la Iglesia Católica, mi verdadero hogar, me hacía falta el milagro más grande: La sagrada Eucaristía, me hacía falta brindarle cincuenta rosas cada día a mi Madre del cielo a través del Santo Rosario.
Luego comencé a cantar en el grupo de oración y aprendí mucho con el ministerio de música católica, Había algo curioso, siempre que componía canciones para el mundo, salían con una facilidad, pero cuando intentaba componer para Dios no salía nada, porque mi corazón se hallaba vacio, Él Señor a través de la oración me dio el don de componerle, estas canciones son la respuesta a mis preguntas del pasado, son ese bálsamo que me regalo para mitigar el dolor de un adiós.
Por esas cosas de Dios conocí a un sacerdote joven que me acogió con un gran respeto a pesar de todo lo vivido, no sabía el trabajo de evangelización tan hermoso que Dios tenía preparado para mí, al llegar a la parroquia de este sacerdote, vi que habían demasiados músicos y nació en mi el anhelo de formar un ministerio de música para animar las celebraciones litúrgicas, nada fácil, pero después de luchar el Señor nos dio esa bendición, no solo de uno sino de tener cuatro ministerios de música, tenemos horarios para que todos participen en las diferentes celebraciones.
Con las canciones que el señor me regalo tenía el anhelo de plasmarlo en un trabajo discográfico, pero sin tener trabajo y sin recursos económicos era casi imposible lograrlo.
Recuerdo una mañana de un jueves cuando con lágrimas estaba pidiendo a Dios, una señora que colabora en la parroquia me pregunto qué me pasaba y le conté que quería grabar un cd discográfico pero que pasarían años antes de lograrlo, para sorpresa fue cosa de días, se agruparon unas personas y me ayudaron con algo de dinero, luego conocí a un joven músico el cual se ofreció para ayudarme con los arreglos de las canciones y así inicio este proyecto que ahora es una realidad, titulado:
“Vivo Pensando en Ti”, precisamente porque Él permitió todo esto para enseñarme a perdonar.

JOHN JAIRO PARDES MOSQUERA